Bancaja presenta "Érase una vez..." en Segorbe
Bancaja expone en el Edificio Casa Garcerán “Érase una vez… el cuento popular y de hadas en el tebeo clásico español”. La muestra, que estará en Segorbe hasta el próximo 2 de marzo, propone el análisis de cinco décadas de incursión del tebeo o historieta autóctona en la novela y el cuento popular, desde los años 20 hasta 1965.
La exposición nace con el objetivo de poner de manifiesto la referencia educativa que constituyó el tebeo en la época y su aportación ensoñadora en la infancia de diversas generaciones. Además, pretende ser un homenaje a los autores, ilustradores y dibujantes que participaron del arte de la narrativa dibujada.
Bancaja se distingue como la entidad con mayor aumento porcentual en fondos destinados a Obra Social, realizando así una labor cada vez más importante a favor de la sociedad. La Obra Social de Bancaja incrementa año tras año su presupuesto, alcanzando los 74,7 millones de euros en el ejercicio 2007, lo que la convierte en la tercera caja de ahorros española en fondos destinados a Obra Social.
La exposición “Érase una vez”
La muestra se estructura en ocho apartados capitales, que configuran un recorrido cronológico por la historia del tebeo clásico español. La primera sección hace referencia a los antecedentes históricos del cuento popular, el género literario probablemente de más significado en la historia de la literatura universal. A diferencia de la fábula, el mito y la leyenda, el cuento contiene numerosos signos de identidad que han estereotipado personajes, escenarios y creencias diversas. Así, el cuento de hadas incorpora pronto los personajes, ambientaciones e ingredientes que hoy lo caracterizan, al mismo tiempo que las lecciones morales y los finales felices. Hoy constituye una de las herencias de mayor riqueza cultural y educativa para infinidad de generaciones.
Su origen oral se pierde en el túnel del tiempo, como un tipo de narración que se manifesta inseparable de la infancia y de la adolescencia, incluso de la edad adulta, como catalizadora de fantasías, de primeras enseñanzas y moralejas que perduran para siempre en el recuerdo. El cuento es sin duda la primigenia escuela del ser humano, un caudal de narraciones fruto de lejanas leyendas, de fábulas y gestas que fueron arraigando en cada pueblo o nación.
Príncipes y mendigos, brujas y princesas, ogros y pastorcillos, encantamientos y maleficios, dragones y espadas, gigantes y enanitos, reyes y lacayos, bosques y castillos son parte esencial del escenario onírico del cuento popular y de hadas.
En esta primera sección también se hace referencia a los autores de cuentos más reconocidos internacionalmente como Charles Perrault, en el siglo XVII, y los hermanos Jakob y Willhelm Grimm y Hans Christian Andersen, en el XIX, los cuales indagan en las raíces y en el folclore de cada país, adaptando centenares de relatos orales a la literatura, además de los de cosecha propia, y creando una herencia de ensueño de gran influencia instructora.
A continuación, el apartado Más cuento que Calleja muestra la importancia de la ilustración, el cuento creativo y el torrente editorial, que se profundiza en las siguientes secciones: Del cuento clásido a la viñeta y Los cuentos de Hadas.
En España la narrativa gráfica, el tebeo, tiene su punto de arranque con la revista Dominguín (1915), compuesta íntegramente por historietas. Este semanario, editado por J. Espoy, inicia lo que pronto se convierte en uno de los medios de expresión y entretenimiento de mayor consumo popular: los tebeos. Pocos años después irrumpen en el mercado las popularísimas revistas TBO (1917) y Pulgarcito (1921), verdaderas abanderadas del sector del historietístico, editadas por Buigas y El Gato Negro, respectivamente.
Desde un primer momento estas dos publicaciones, compuestas por una miscelánea de historietas y relatos, incluyen en sus páginas narraciones cortas, desarrolladas gráficamente en viñetas, que se basan en cuentos populares y de hadas. Pero es otra recién nacida editorial, llamada Heras, la que da el primer paso para impulsar el trasvase cuento-tebeo, con un producto dirigido al público infantil que titula Cuentos y Aventuras de Periquín (1919). Su contenido, exclusivamente gráfico, plantea guiones conclusivos cuya clave es el cuento de hadas.
Ese mismo año, Buigas lanza al mercado una nueva cabecera al amparo de su publicación estandarte TBO: Historias y cuentos de TBO, que consigue pronto el favor del público debido a la decidida apuesta de contenidos que hace por los títulos más clásicos del género, La Cenicienta, El gato con botas, Blancanieves, La Pulgarcita, etc.
Dos años después es la editora Gato Negro quien reafirma la apuesta, y lo hace con una cabecera de título extremadamente didáctico: El cuento en imágenes para la infancia (ca. 1922), una declaración de intenciones de la nueva orientación que toma el tradicional cuento escrito hacia el lenguaje de la viñeta.
El sector del tebeo proyecta su gran expansión una vez concluida la Guerra Civil, en la Eclosión de una industria, años 40. En ese momento, los cuadernillos de aventuras para chicos inician su asalto al quiosco. Un poco más tarde, en 1943, lo hacen los dirigidos exclusivamente a las chicas con la colección de la Editorial Marco titulada Las Hadas. Aún así, dos años antes, en 1941, ya había hecho su aparición una revista dirigida precisamente a chicas, Mis Chicas (Consuelo Gil, 1941), una premonición de lo que estaba por venir en la parcela femenina.
A partir de entonces las niñas se convierten en objetivo comercial de la mayoría de las editoriales posicionadas en el sector de la historieta, con los tebeos de hadas por bandera. El punto de mayor inflexión se produce con la aparición de Azucena (1946), que se ve acompañada de inmediato por un considerable éxito de ventas.
En tiempos de Nacional-Catolicismo, en los que impera una política educativa de empalagosos criterios morales, los tebeos de hadas se alinean con valores como la justicia, la caridad, la bondad, la humildad, etc., pero sin abandonar los ingredientes básicos que venían acompañando al cuento desde sus orígenes.
Entre las editoras más activas de los primeros años de posguerra destacan Cisne, Ameller, Marco, Toray, Bruguera, Fabregat, Ricart y Valenciana.
“Érase una vez… El cuento popular y de hadas en el tebeo clásico español” tampoco se olvida de las grandes series, como Las Hadas, Cuadernos Selectos, Azucena, Cuentos de la Abuelita, Cuentos Cascabel, etc. y los principales autores gráficos, desde Rosa Galcerán hasta Jesús y Pili Blasco, Martínez Osete, Oché, Ripoll, etc., los cuales ocupan un lugar destacado en la muestra.
Como punto final, Colorín, colorado ilustra el fin de una industria. Hacia mediados de los años sesenta el sector del tebeo asiste a una recesión progresiva. Al mismo tiempo los tebeos de hadas inician su reconversión conceptual, desarrollando guiones de menor ancestro. Los cuentos modernizan sus historias, dejando a un lado los países lejanos y su amplio escenario icónico tradicional. Los príncipes y princesas son reemplazados por jóvenes y enamoradizos adolescentes que viven historias urbanas del presente más actual. Incluso la emblemática Azucena, reina del cuento clásico, trastoca su línea editorial para adaptarse a los nuevos tiempos.
Ahora son tebeos dirigidos a jóvenes creciditas, que tienen como máxima referencia el cine y, sobre todo, la música moderna; de ahí que algunas cabeceras, como Guendalina y Claro de Luna, apuesten por este tipo de ingredientes en su contenido.
Claro de luna llevó su apuesta por la música a un escenario sin duda innovador, con unos resultados de ventas espectaculares, gracias a una ingeniosa fórmula en que aglutinaba tebeo y cancionero. Cada guión está basado en una canción de actualidad, con la foto del cantante de turno en la portada y la letra de la canción en el interior.
Hacia final de década, los tebeos ceden protagonismo en favor de la televisión y la novela gráfica, provocando el oscurecimiento de una industria que durante más de cuatro décadas había alimentado de sueños a varias generaciones.
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