Seis siglos y cuarto al menos. Se cumplen ahora 625 años de los orígenes documentales de la popular y conocida Entrada de Toros y Caballos de Segorbe, de la que se tiene noticia escrita desde 1386 y gráfica desde 1900. Conserva las peculiaridades de sus inicios y sigue acelerando los corazones de los 20.000 o 30.000 ciudadanos que presencian el vertiginoso desfile por la calle Colón sin que medie barrera entre ellos y los astados, construyendo con sus cuerpos el pasillo.
Las medidas de seguridad se van a extremar este año para acabar con los aficionados ebrios delante del toro. El alcalde, Rafael Calvo, ha solicitado a los servicios sanitarios que siempre que haya un herido en los encierros, se le practique la prueba de alcoholemia para, en caso de que dé positivo, eximir al seguro del Ayuntamiento. «Para que sea consciente de que tiene una responsabilidad en lo sucedido», dice. El alcalde adoptará medidas también para acabar con el maltrato a los toros mediante cámaras de seguridad.
LA EMOCIÓN SE DISPARA
Pese a que no existen barreras físicas que separen a los toros, apenas hay incidentes gracias al buen hacer de los caballistas. No obstante, la emoción y sensación de riesgo se disparan.
La Entrada de Toros y Caballos de Segorbe fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 2005 y este es el primer año en que se celebrará también como Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial, tal y como ha sido designada recientemente por la Generalitat. «En origen se hacía un poco al azar. Los labradores cuando subían del campo entraban unas vacas y eso fue evolucionando y reajustándose hasta lo que hoy es, una fiesta muy pujante que se ha convertido en un rito muy serio y muy regulado», explica Soledad Santamaría, nueva concejala de Festejos Taurinos de la localidad. Todo tiene que encajar como un puzle, asegura.
La Entrada se celebra siempre durante la segunda semana de septiembre, de lunes a domingo y a las dos de la tarde. La emoción suele comenzar a las 12 en el paseo de Sopeña, desde cuyos miradores se ve el amplio valle formado por el río Palancia, y donde los pastores realizan el típico rito de la «Tria», que consistente en separar del grueso corro, a la manada de toros que ha de correr la Entrada.
El ganado asciende luego por el camino del Rialé, con centenares de personas apostadas a los lados para verlo aunque aún no es arropado por ningún caballista. Y a las dos en punto se dispara la carcasa que da inicio a la Entrada en la calle del Argén, y al llegar a la plaza de los Mesones, jinetes y caballos recogen audazmente a los toros, en una estampa conocida como «la reunión», para emprender la carrera.
El pulso se dispara. El recorrido de 500 metros dura en torno a un minuto, al galope caballos y toros por la calle Colón, ocupada por el público que se abre y cierra, creando pasillos y barreras para los astados. Y por fin, con la misión cumplida y el ganado encerrado, los caballistas emprenden la calle Colón arriba para saludar y ser aclamados por el público como reconocimiento de sus habilidades. El espectáculo continúa.
Cada día entran seis toros diferentes, explica Santamaría: "Es importante que no repitan porque si no acabarían aprendiéndose el recorrido y eso podría resultar muy peligroso" sin haber, como no hay, barreras les separen de los espectadores.
Pero la pasión taurina no acaba con la Entrada, por más que sea el plato principal. Una comisión de toros, formada por el Ayuntamiento y representantes de la juventud de Segorbe, negocia durante todo el año qué espectáculos y ganaderías se van a presentar en septiembre. «En los gastos vamos al 50 por cien, el Ayuntamiento y la organización. Contamos con cuatro peñas que tienen mucha importancia para nosotros: la Cultural Taurina, la Desencajoná, Mucho Arte y los Victorinos», explica la concejala.
Y con todos estos mimbres se teje el cesto de los toros en Segorbe, ciudad que, además lleva otro blasón en su haber: el de haber puesto en marcha el primer concurso de ganaderías de España. Cada día de esa segunda semana de septiembre se celebran festejos taurinos, con seis vacas, un toro en puntas y otro embolado después, y de ahí se seleccionan tres premios, uno por especialidad, que recompensan a la mejor ganadería de las presentadas.
MÁXIMA SEGURIDAD
Rafael Calvo, el alcalde, se muestra preocupado por extremar las medidas de seguridad en torno a la fiesta manteniendo íntegra la esencia histórica de la misma. Y así quiere acabar con la mezcla de toros y alcohol, que resulta letal, como hace pocos días se demostró en la plaza de Xàtiva y con el conocido toro Ratón, que corneó a una persona hasta causarle la muerte. Por eso Calvo se propone hacer el test de alcholemia a los heridos por asta de toro, para que el seguro del Ayuntamiento, en caso de dar positivo, quede eximido de cualquier responsabilidad. Esta es una de las nuevas medidas de seguridad en la mítica Entrada, y el Consell de la Generalitat estudia incorporarla de modo obligado a todos los festejos taurinos que se celebren en la Comunitat Valenciana.
Otra de las propuestas del Ayuntamiento de Segorbe ha sido extremar el control para evitar el maltrato a los animales. Es decir, a través de varias cámaras, el organismo que vela por la seguridad de la Entrada visiona todos los días el encierro cuando concluye el acto. En el caso de que se detecte que ha habido golpes a los toros, el Consistorio se pone en contacto con esa persona para reclamarle otro comportamiento.
El martes, la capital del Palancia acogió la Junta de Seguridad que coordinó a las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Policía Local, medios sanitarios, Cruz Roja y el Ayuntamiento. El dispositivo contará con 70 personas en la semana de fiestas patronales, mientras que en la semana de encierros, que congrega a la mayor cantidad de visitantes, habrá hasta 100 personas dentro del dispositivo. El dispositivo de seguridad se coordina con el que se activa en Pamplona en San Fermín.
Fuente: Las Provincias de Castellón
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