RAMÓN ARDIT PUNTER Y RAMÓN ARDIT PICÓ «EL MOMENTO PREVIO A LA CARCASA ESTÁ UNO MUY NERVIOSO Y SE LO TRANSMITES A LA MONTURA»
Ramón Ardit Punter es uno de los 13 responsables de conducir a los toros cada día y Ramón Ardit Picó, otro. El primero, caballista de 53 años y desde hace 36, ya ha dado a Segorbe un heredero -su hijo de 23 años- para este oficio que dura apenas una semana pero que mantiene a uno pendiente todo el año. Dos generaciones de segorbinos de la misma familia implicadas en la Entrada. «Cuando yo empecé en el año 75 la fiesta estaba desapareciendo y se hacía con caballos de labranza. El Ayuntamiento comenzó a alquilar caballos en la Puebla de Farnals y decidimos salir los de la cuadrilla. En la actualidad cada uno de nosotros es propietario de su caballo y lo mantiene todo el año», explica el padre.
Colaboran gratuitamente, el Ayuntamiento paga los seguros pero ni un euro a los jinetes. Ni estos lo piden. El padre de Ramón Ardit era labrador y tenía percherones. A veces se les hacía tarde para llegar a casa y su padre los desenganchaba del carro y él aprovechaba para montarlos a pelo. De ahí le viene la vocación. Y a su hijo, pues del orgullo de ver a su padre esa semana de septiembre: «de haberlo visto todo desde muy pequeño, de tener recuerdos también de mi abuelo o de mi tio, además de mi padre».
Ramón Ardit es encargado de una empresa de cepillos de higiene. «¿Qué por qué no se producen apenas incidentes en la Entrada? Es difícil de contestar. A veces lo pienso y creo que es la Virgen que nos apoya, porque si no, no te lo explicas».
El percance más grave lo sufrió hace dos años, cuando un toro delante le pegó con los cuernos a su caballo en el cuello, le desestabilizó y cayó con gran estrépito. La manada que iba detrás pasó por encima de Ramón y le pisó el pecho. Resultado: el caballo salió con bien y el jinete casi también: dos meses de baja pero salvo al fin y al cabo.
Su hijo cayó también ese mismo año: «Se me cruzó una persona, un fotógrafo, y el caballo se desequilibró porque pisó con el canto de la acera y dio conmigo en el suelo». Resultado, una clavícula rota y un largo tiempo de recuperación.
Lo que no es tan fácil de recordar son incidentes con el público porque el oficio de los caballistas lo impide pese a que no haya barreras de separación con los astados. Normalmente salen trece jinetes. «Formamos una herradura, cuatro o cinco a la izquierda, otros tanto a la derecha y delante y detrás dos o tres. Si salen los toros agrupados y los recogemos bien las Entradas son muy buenas», explica Ardit.
Claro que no pueden evitar sorpresas, como aquella en que el toro salió muy rapído y se escapó, y él tuvo que acercársele al galope y por la derecha para apartarlo del público. O como aquel otro toro que emprendió el camino contrario a la plaza y echó a corren en dirección contraria. Otro caballista estuvo al quite para que no acabara embistiendo al público.
Pese a los años y la experiencia, los nervios persisten. «El momento antes de la carcasa está uno muy nervioso y se lo transmites al caballo y si éste es nuevo, vale. Pero si ha corrido antes y sabe dónde va.. lo pasas mal tú y el caballo. Cuando disparan la carcasa ya me concentro en lo que toca». Coinciden en ello padre e hijo.
De la vitalidad de la fiesta da fe el número de espectadores que acuden, entre 20.000 y 30.000, según los días, pero también el número de caballistas que ha crecido hasta el punto de tener que turnarse y ya sólo salen tres o cuatro días cada uno para dejar hueco al resto. «Es emocionante, yo les recomiendo que vengan a verlo y que no tengan miedo en situarse en primera fila, pero cuidado con cruzarse, que se pone en peligro al caballista y la seguridad de todos.»
Este año saldrá por vez primera un caballista menor de edad, de 16 años, pero que cumple a rajatabla con el decreto de la Conselleria de Gobernación que regula los actos taurinos.
Fuente: Las Provincias de Castellón
Foto Entrada:Soledad Santamaría. LP
En el centro Ardit padre y a la izqda. en caballo marrón, hijo. J.Plasencia
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