Señor presidente, le escribo en mi condición de español de a pie, sin tener que recurrir a conocimientos más o menos profundos. El motivo de dirigirle estas líneas lo baso en sus argumentos y ataques emitidos por usted, y por algunos de sus miembros del Gobierno y del partido, a los cardenales de la Iglesia católica que el pasado día 30 de diciembre se manifestaron en defensa de la familia.
La familia es "la célula primaria de la sociedad", y por tanto al ser el origen debe mantenerse incólume y respetada.
Durante el mandato de su Gobierno se han promulgado distintas leyes que no son muy beneficiosas para la familia, vistas desde el derecho natural, ese derecho que nos nace desde nuestro interior, sin estudios ni conocimientos.
Dichas leyes, con todo respeto a los legisladores, pueden gustar o no gustar, pero como no se imponen a nadie, el que quiera acatarlas que las acate y quien no que no las aplique en su propio uso.
Este razonamiento me lleva a pensar que en un Estado de Derecho democrático como el nuestro todos somos respetados por las leyes, de ahí la definición de "democracia" que, según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, tiene dos acepciones: "Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno" y "predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado".
Ello me lleva a pensar, con razón, que todos somos iguales y todos podemos manifestar nuestras ideas y ser respetados.
Usted y alguno de los miembros de su partido político y del Gobierno, creo que ignoran este principio, el del respeto y la igualdad, ya que han censurado abiertamente a las autoridades eclesiásticas, que tienen tanto derecho a ser respetados como los demás miembros de la sociedad.
Pienso que, como se está en campaña electoral, lo que se busca es tratar de obtener votos para alcanzar el máximo posible. Pero ello no es justo ni demócrata, puesto que se pierde el raciocinio y se llegan a unos extremos que considero inadmisibles, puesto que se trata de conseguir el triunfo electoral a un precio vergonzoso.
Igualmente aprovecho la ocasión para recordarles a todos los que ejercen de políticos que se respeten y se den cuenta de que están para ayudar al pueblo, no a sí mismos.
Fuente: Las Provincias
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